La cueca brava, urbana o cueca chora está de vuelta y con ganas de quedarse todo el año.
keyboard_arrow_downUna Chingana, Claudio Gay.
Se ponen uno frente al otro, el hombre hace “cachaña”, es decir juega con la atención de la dama para seducirla. En esta parte ella no conecta lo suficiente, aunque está consciente del juego de seducción.
Los músicos empiezan a cantar y comienza la primera vuelta. La pareja hace un círculo completo hasta volver a la posición inicial.
En la cueca brava las vueltas son una excusa para acercarse y comenzar el juego.
Luego de una contra vuelta, el hombre se acerca a la mujer con pasos más largos y ella luego responde haciendo que él retroceda, es ella la que empieza a seducirlo a él.
En el zapateo, el hombre se hace notar con golpes fuertes sobre el piso. A estas alturas ya debería tener cautivada a la dama. Es muy usual ver que sujeta el pañuelo con las dos manos sobre su cabeza.
Para finalizar, luego de una vuelta, el hombre realiza una vuelta rápida sobre su eje hasta que ella se queda justo a su lado, luego le extiene el brazo o le abraza por la cintura. Es el único contacto físico posible durante todo el baile.
La picardía de la cueca brava no sólo se baila, también se refleja en las letras de sus canciones y así lo demuestran Las Pecadoras de Meilipilla, agrupación en la que sus integrantes no superan los 30 años; tocan en vivo en un local de Gran Avenida, para amenizar la fiesta luego de las clases de baile del taller "Entre cuecas y empanadas".
El contacto visual permanente es un ingrediente esencial según nos cuenta Ana Luz en su disco cuequera de Av. Carlos Valdovinos:
"si tu me dejas de mirar no me estás conquistando… si tu miras para otro lado estas preocupado del mundo, estás preocupado de los demás no de mi baile o de nuestro baile"
Ana Luz Contreras Cornejo. Bar Victoria. La cueca urbana se aprende y a medida que se practica se toma confianza. En la cancha, según nos cuenta, la timidez se pierde.